miércoles, 15 de septiembre de 2010

Paradojas nórdicas

Es curioso: las empresas subcontratistas industriales que se vienen de feria a Finlandia y Noruega fabrican componentes y piezas que pesan cientos de kilos, cuando no toneladas. Son mercados lejanos, en los que se presupone -con razón- que el coste de envío a cliente es elevado.

¿Por qué se da esta paradoja, de que se venden componentes pesados donde más cuesta llevarlos? Algunas pistas explican esta situación. Se trata, en algunos casos, de componentes pesados, pero que llevan un importante valor añadido, con una tecnología importante, en algunos casos fruto de la investigación y desarrollo de empresas españolas: por ejemplo, fundición que combina varios materiales en una misma pieza, o que ofrece soluciones más económicas y de prestaciones mecánicas similares a piezas de forja.


En otros casos se trata de componentes que integran diferentes tecnologías y que llevan una importante aportación de ingeniería de desarrollo: armarios eléctricos completos, con desarrollo de la circuitería interior y acabados de alta gama, para servicios públicos (dispensadores de tickets, controles de acceso...)

También hay fabricantes de estructuras metálicas más o menos complejas, cuyos elaborados no tienen como destino Finlandia o Noruega, sino emplazamientos más próximos, en la cuenca meditarránea. El cliente nórdico, que ha conseguido un pedido en el Sur de Europa o en el Norte de Africa,  busca sobre todo un colaborador cercano al destino final, que se integre en proyectos dirigidos desde las centrales de las empresas en Finlandia o Noruega, aportando fabricación, montaje, en ocasiones algo de co-ingeniería, servicio y mantenimiento... proximidad, en definitiva.

Conozco un caso de una empresa finesa que compra a una empresa del Norte de España unos determinados componentes que acaban siendo enviados al Este de Europa, no demasiado lejos de donde son realmente fabricados. Compra un finlandés, vende un español, al finlandés le ha comprado digamos que un checo, y al español le fabrica digamos que un búlgaro. La operación se fragua en una feria en Finlandia. En ocasiones, la globalización juega a nuestro favor.

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