domingo, 26 de septiembre de 2010

La Olimpiada del Coche Eléctrico

Vivimos en la era del coche eléctrico. Realmente, no hay ninguno por las carreteras compitiendo con sus ancestros movidos por combustible fósil. Pero no hay polo industrial, conglomerado de investigación, fabricante de tronío o capitalista con ojo avizor que no esté metido en algún proyecto de coche eléctrico. Existen ferias especializadas, seminarios de los de a más de mil euros la matrícula para un día de conferencias, publicaciones, anuncios en prensa especializada y de la otra, sitios web excelentes, algún patrocinio deportivo por parte de modelos que están en fase de prototipo, ... lo único que faltan son coches eléctricos en los concesionarios al alcance del público general.

El auto movido por baterías es una idea tan vieja como el propio automóvil. En el Museo de las 24 Horas de Le Mans hay algún modelo de vehículo eléctrico fabricado a principios del Siglo XX. Desde hace años, Islandia ha promovido la investigación y el desarrollo de pilas de hidrógeno, una tecnología en la línea del vehículo de tracción sin combustión. Ya hay incluso autobuses que funcionan con esta tecnología por allí. La firma Tesla fabrica unos autos eléctricos con unas prestaciones dignas de los vehículos de lujo, con motores independientes en cada rueda. Verlos correr es una delicia, pero escucharlos es difícil: son extremadamente silenciosos. En Tampere he visto un Think City, modelo concebido en Noruega y fabricado en Finlandia, con carrocería totalmente de plástico, enchufado a una toma eléctrica. ¿Funciona? Parece que sí. El Hiriko, que se desarrolla en el País Vasco con intervención del MIT, Epsilon Euskadi y otras firmas de la zona, es distinguido por su diseño. También en Le Mans pude ver este año algunos vehículos de autonomía y prestaciones limitadas, pensados para repartos locales y otras tareas que no exijan largas travesías a velocidades superiores a los cien por hora. Todos los fabricantes de automóviles del mundo trabajan en sus proyectos de auto eléctrico.

De momento, en las carreteras se pueden ver ya los vehículos híbridos de Toyota, que planea lanzar en breve modelos con esta tecnología en toda su gama. Esta solución no es completamente un coche eléctrico. Hay una pequeña trampa en generar la electricidad a través del combustible convencional. Me recuerda a las autotransfusiones que se hacen algunos deportistas, y que son consideradas como doping. Pero es un paso hacia el posicionamiento de la electricidad como fuente de energía para el automóvil convencional.

Pienso que pasará mucho tiempo hasta que haya un parque de autos eléctricos lo suficientemente grande como para no ser considerado una rareza. La industria del automóvil trabaja con plazos largos, y una modificación tan profunda como el cambio de la energía térmica a la eléctrica como motriz ha de llevar décadas. Se requiere, además, una revolución en paralelo en el sistema de repostaje de combustible, con, posiblemente, la necesidad de construir nuevas infraestructuras a nivel planetario. Demasiados retos para el corto plazo.

Es un poco como los Juegos Olímpicos, una competición en la que los países -algunos- se esfuerzan por ser los que consigan la medalla de oro de lanzar la tecnología ganadora en lo que se prevé puede ser el motor -nunca mejor dicho- de la industria futura. Como en las Olimpiadas, habrá solo unos pocos medallistas, pero en la competición del coche eléctrico lo importante es, también como en las Olimpiadas, participar: el desarrollo que se produce en los diversos proyectos de coche eléctrico pasa a formar parte del acervo tecnológico de la comunidad que lo soporta. Y eso es algo por lo que merece la pena participar en la competición.

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