jueves, 16 de septiembre de 2010

Los vecinos del Norte sí que creen en la industria

MIDEST (www.midest.com) es la principal feria del Mundo en el sector de la industria auxiliar y subcontratista. Se celebra cada año a primeros de noviembre en Paris. Es un salón en el que las grandes empresas de los países que quieren ser algo en este mundillo acuden con sus mejores galas, ofreciendo un espectáculo grandioso de tecnología, ingenio industrial, aplicaciones novedosas, técnicas punteras, capacidad de fabricación... cada cual presume de lo que puede, y todos acuden de pesca al mercado industrial francés, uno de los más importantes del Mundo.

La industria subcontratistas francesa acude a defender su parcela. Saben que medio mundo codicia los contratos de suministro a los líderes industriales franceses en sectores como la automoción, el aeroespacial, la energía, la defensa, el ferroviario, la fabricación de maquinaria de todo tipo... Francia puede presumir de ser uno de los cuatro o cinco países en el mundo en los que hay industria propia que pelea por el liderazgo mundial en sectores clave. Siempre hay un fabricante francés peleando por ofrecer el mejor coche, el cazabombardero más eficaz, el avión de pasajeros más grande, el satélite artificial más puntero, el tres más rápido, la máquina más precisa, la central nuclear más segura y eficiente. Esas empresas líderes compran mucho, y MIDEST es el sitio para dejarse ver por ellas.

Esa potencia industrial no es cosa de antesdeayer, y se ha forjado a golpe de crisis  con sus salidas, siempre  a mejor. Francia es un país que suele tener problemas reales, y eso facilita mucho su resolución. Uno de sus problemas es, desde hace años, el que su tejido industrial sufre con dureza la globalización, y las empresas pequeñas y medianas tienen muchos problemas para sobrevivir (seguro que nos suena esta música). Y están viendo cómo solucionarlo. El pasado año, el ministro de Industria francés, Christian Estrosi, se dirigió a los asistentes al acto de inauguración de MIDEST, encomiando el nivel de la industria auxiliar francesa  y animando a los compradores de las grandes compañías galas a comprar más en casa. Anunció que su ministerio se había propuesto dignificar y fortalecer la industria auxiliar francesa como un elemento estratégico para el país. Los extranjeros que estábamos allí escuchado a un ministro defender su industria auxiliar -nuestra competencia- no sabíamos si liar la del dos de Mayo o si pedir la nacionalidad francesa.

 La cosa no queda aquí. Estrosi declaraba en junio que "por fin nuestro país ya no tiene vergüenza en hablar de industria, por fin nuestro pais recuerda que es heredero de una tradición industrial bella y grande". Y, además de predicar, daba trigo a los suyos, ofreciendo financiación y desarrollos legislativos para fomentar hasta el límite que la normativa europea permita el que los productos fabricados en Francia hayan de contener un porcentaje importante de componentes fabricados también en Francia, y para perseguir la incitación a la deslocalización por parte de las grandes empresas a sus proveedores, los programas de fabricación con descensos de precio progresivos sin compromiso real de compra o la falta de respeto a la propiedad intelectual por parte de los grandes clientes hacia los desarrollos de sus proveedores.

Lo dicho, que hay días que dan ganas de ponerse a cantar La Marsellesa.

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