viernes, 7 de octubre de 2011

MetalMadrid: ¡Vaya cambio en un año!

De vuelta tras MetalMadrid, no salgo de mi asombro. En un momento muy difícil para el sector metalúrgico, más agudo en la zona Centro que lo que llaman por allí "el Norte", han sido dos días de bastantes contactos y muchos visitantes. Me comentaba el organizador que han pulverizado el ratio de visitantes reales entre visitantes pre-registrados en los certámenes de IFEMA, que es del 30%. El miércoles, primer día, habían pasado por el pabellón casi el 80% de los visitantes pre-registrados, casi todos profesionales, para pasmo de los gestores del recinto madrileño. Una empresa que compartía stand conmigo se ha quedado sin catálogos en la mañana del segundo día del salón, y no es que los regalase, precisamente, pero las previsiones de visitas eran sensiblemente menores a lo que finalmente ha sido un flujo, por momentos muy elevado, de gente interesada por su tecnología.

Bien es cierto que muchos de los visitantes eran vendedores de todo tipo de productos consumidos por las empresas metalúrgicas, pero, entre este caudal de visitantes de baja calidad comercial -a las ferias los expositores vamos a vender, no a comprar- se han dejado ver por MetalMadrid unos cuantos responsables de compras, algunos de empresas muy importantes.

Un expositor del Foro, conocido de ediciones pasadas, me hablaba del gran interés que tiene para la industria metalúrgica madrileña el que Airbus lleve adelante un programa de charlas sobre el sector aeronáutico, mucho mayor que el que pudo tener el pasado año el ciclo orientado al sector eólico, para el que trabajan, según este hombre, suministrador de materia prima para los mecanizadores de la región, muchas menos firmas que las que lo hacen para Airbus y su red de proveedores. Estas charlas atrajeron a un buen número de visitantes, y se notó en la feria su presencia tras las mismas.

También ha contribuído al cambio de cara de MetalMadrid el que haya pasado de la pintoresca Casa de Campo -meter en el GPS "Casa de Campo" y acabar con el coche al lado de un estanque y rodeado de gansos, tras pasar por una zona de paseo de señoritas poco vestidas y muy simpáticas que saludaban a los conductores, y que no sabían dónde había feria, fue algo que nos pasó a casi todos los no madrileños con los que hablé en pasadas ediciones- al recinto ferial de Madrid por antonomasia, IFEMA. Un recinto menos "convivial", que dirían los franceses, pero más funcional y con espacio y servicios de primer nivel. Ha sido, para el salón, como ascender a Primera División, tras tres años en categorías inferiores.

Entre las demandas que he podido atender -más que en la pasada Cumbre Industrial- me ha sorprendido la cantidad de empresas que buscaban corte láser, plegado y soldadura de chapa. Conozco unas cuantas empresas madrileñas que hacen esto muy bien, pero que no estaban en la feria. Sinceramente, peor para ellas, porque esos contactos, que yo doy por buenos, hubiesen sido aún mejores, por cercanía, para ellos.

Me comentaba un expositor vitoriano, suministrador del sector del mecanizado, que Madrid y alrededores podía tener unas veinte veces más capacidad de mecanizado que Alava. No ha habido veinte veces más expositores madrileños que alaveses, y eso no es normal. Sorprende ver que empresas madrileñas que son clásicos ya en ferias en Alemania o Francia no exponen en MetalMadrid, pese a que conocen el certamen -lo visitan cada año-, no es caro, está bien organizado y se juega en su casa. Así como la pasada semana hablaba de un cierto patriotismo entre las empresas que acudieron a exponer a la Cumbre Industrial, en este caso hablaría del poco apego de la industrial metalúrgica madrileña hacia la que es, aunque sea por eliminación, su feria. Parece que las buenas sensaciones que ha transmitido este año MetalMadrid van a acabar por insuflar la fe en el proyecto de Pedro Carrillo a sus escépticos vecinos.

En definitiva, ha sido un MetalMadrid con mucha mayor dimensión que en la pasada edición, una de esas ferias que -como ha sucedido en algún otro certamen en estos últimos tiempos- uno la ve y parecería que no hay crisis. Aunque, si uno se fija en las caras de algunos buenos amigos, "compañeros del metal" de la zona, están más tristes que en años pasados. Y esas caras -que, como la feria, han cambiado radicalmente de un año para otro- no engañan.

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