Siento titular esta entrada con un tópico, incumpliendo una de las reglas de oro del buen comunicador, pero es que es cierto: cuando la empresa industrial se enfrenta al reto de la supervivencia, el tamaño de la empresa representa un factor muy importante, cuando no decisivo.
En los foros en los que me va tocando participar en los últimos meses se está apelando a la internacionalización como vía para la supervivencia de las pymes industriales. El poco mercado que pueda surgir va a hacerlo mayormente fuera de España.
El Observatorio de la Pequeña y Meidana Empresa de la UE indica que el porcentaje de facturación en el exterior de las pequeñas y medianas empresas es de un 8%, mientras que para las empresas más grandes esta cifra asciende al 28%. Dando por buenas estas cifras para la industria española, tenemos delante un índicador para ponerse a temblar en momentos de contracción de la demanda interna. Las empresas más grandes tendrían, según esto, más fácil sobrevivir.
¿Cómo adquirir dimensión para poder acceder a los mercados exteriores? Según indican los consorcios de exportación que trabajan en el sector industrial, el presupuesto anual de una labor comercial en el exterior digna de tal nombre oscila entre los 120.000 y 180.000 euros, una cifra respetable para una pequeña empresa.
Hay una forma interesante de cubrir este presupuesto, y de acceder a los mercados exteriores. Se trata del Consorcio de Exportación: un grupo de empresas deciden compartir su labor comercial en el exterior, a través de un departamento de exportación común para todas ellas. De esa forma, comparten el coste del o de los profesionales que se encargan de la labor comercial y de apoyo, y comparten también los gastos -viajes, ferias...- necesarios para llevar a cabo esta labor comercial. Este departamento comercial común puede adoptar la forma de sociedad mercantil cuyo capital es compartido por las empresas participantes, o bien es pilotado por profesionales que trabajan por cuenta propia, haciendo la labor comercial para las firmas integradas en el mismo. En ocasiones, el vinculo entre las empresas no llega hasta la constitución de una sociedad nueva, sino que se mantiene mediante un reglamento de relación entre empresas participantes, un plan de acción y un presupuesto plurianuales.
Los consorcios de exportación permiten a la pequeña empresa industrial sumar esfuerzos para adquirir una dimensión mayor incluso que la suma de las firmas que constituyen el consorcio, y que les permite acceder a mercados y clientes que les estarían vedados yendo en solitario. Además, algunas administraciones pública -el Gobierno Vasco, por ejemplo- han decidido apoyar este tipo de iniciativas, incluso en tiempos como estos, de recortes. La Cámara de Comercio de Alava, por ejemplo, ofrece también apoyos en forma de servicios a los consorcios en su fase inicial.
Siendo una cosa tan buena, ¿por qué no hay más empresas industriales que se integren en consorcios de exportación? Marcada personalidad de los propietarios de las empresas, resistencias a compartir información y cierta parcela de poder, miedo al exterior, aunque sea yendo en compañía de otros... también el tabaco es malo, y hay gente que sigue fumando.
Sitios web de algunos de consorcios de exportación formados por empresas industriales: www.fastenex.com, www.auxala.com, www.auxin.com, www.systeko,com.
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domingo, 28 de noviembre de 2010
domingo, 21 de noviembre de 2010
Notas alrededor de MetalMadrid
- Como en el caso del Midest unos días antes y, en general, como en lo que llevamos de año, muy buena oferta de expositores, y muy escasa presencia de posibles compradores.
- Pesimismo en el ambiente. Consenso en que la situación económica no es buena, y no anima a los compradores a interesarse por nuevos posibles proveedores.
- La estrella emergente entre las energías alternativas, la eólica off-shore,
se va para el Norte de Europa, especialmente al norte del Reino Unido. La plataforma continental tempoco juega a favor de los intereses de la industria española. - Se asume con total naturalidad por parte de los ponentes de empresas importantes que participan en las ponencias técnicas el hablar de fabricación en países "low cost". "No podemos fabricar caro y vender barato".
- Los ponentes hablan de la internacionalización como única vía de supervivencia de las empresas subcontratistas españolas. Sin embargo, la asistencia a la charla sobre apoyo a la internacionalización apenas atrae asistentes.
- El sector ferroviario parece dibujarse como una de las escasas tablas de salvación para algunas empresas del sector a corto-medio plazo.
- Casi tantos expositores vascos como madrileños. ¿Por qué? No es bueno para nadie que una feria industrial en Madrid no tenga un nutrido grupo de expositores madrileños. Da la impresión de oportunidad desaprovechada por las firmas del Centro para transmitir una imagen de su poderío.
- En un tiempo de incertidumbre, parece que los organizadores del evento tienen claro que el año que viene repiten. La Fortuna ayuda a los Audaces, ojalá MetalMadrid 2011 sea un éxito para todos: organizadores, expositores y compradores.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
MetalMadrid: en tierras de la Industria transparente
Este jueves empieza en el Palacio de Convenciones de la Casa de Campo de Madrid la feria MetalMadrid. Se trata de un certamen valiente, fruto de las ganas de hacer cosas de Pedro Carrillo y su gente en el Grupo Metalia. Un salón cien por cien privado, que quiere dar visibilidad a la industria metalúrgica del Centro de España.
En los últimos años he tenido bastante contacto con empresas industriales de Madrid y alrededores. He podido comprobar la existencia de un sector dinámico, variado, con vida propia, en ocasiones al margen de lo que podríamos llamar "el flujo oficial de la economía". En cifras absolutas, estoy seguro de que en Madrid hay tantas empresas subcontratistas o más que las que hay en el País Vasco. Nosotros nos quejamos a veces aquí de que pesamos mucho más en la economía de lo que se nos puede apreciar en la opinión pública, y eso que somos básicamente Industria. No me extraña que, en un entorno veinte veces mayor, en el que hay de todo, la Industria "de menudeo", las pymes industriales, sean poco menos que gotas en un océano de grandes empresas financieras, de comunicación, logísticas, comerciales... Son transparentes, no se las ve.
Por eso tiene mucho mérito el lanzarse a montar un certamen cien por cien industrial, declinando todas las variantes de la Metalurgia. Este tipo de iniciativas merecen todo el apoyo que se les pueda prestar -se lo están ganando a pulso año a año- y, además, toda la suerte que el mercado tenga a bien prodigar en estos tiempos de jibarización de la actividad.
Casi un tercio de las empresas presentes o representadas en MetalMadrid iremos desde el País Vasco. Al final resulta paradójico que una actividad creada pensando en engrandecer la estampa de la empresa del metal del Centro sea un escaparate para muchas empresas de otros orígenes geográficos. Quizás sea una pista para marcar por dónde puede ir el futuro de MetalMadrid. Y es una muestra de que, a estas alturas de la película, tiramos a todo lo que se mueve en la búsqueda de oportunidades.
En los últimos años he tenido bastante contacto con empresas industriales de Madrid y alrededores. He podido comprobar la existencia de un sector dinámico, variado, con vida propia, en ocasiones al margen de lo que podríamos llamar "el flujo oficial de la economía". En cifras absolutas, estoy seguro de que en Madrid hay tantas empresas subcontratistas o más que las que hay en el País Vasco. Nosotros nos quejamos a veces aquí de que pesamos mucho más en la economía de lo que se nos puede apreciar en la opinión pública, y eso que somos básicamente Industria. No me extraña que, en un entorno veinte veces mayor, en el que hay de todo, la Industria "de menudeo", las pymes industriales, sean poco menos que gotas en un océano de grandes empresas financieras, de comunicación, logísticas, comerciales... Son transparentes, no se las ve.
Por eso tiene mucho mérito el lanzarse a montar un certamen cien por cien industrial, declinando todas las variantes de la Metalurgia. Este tipo de iniciativas merecen todo el apoyo que se les pueda prestar -se lo están ganando a pulso año a año- y, además, toda la suerte que el mercado tenga a bien prodigar en estos tiempos de jibarización de la actividad.
Casi un tercio de las empresas presentes o representadas en MetalMadrid iremos desde el País Vasco. Al final resulta paradójico que una actividad creada pensando en engrandecer la estampa de la empresa del metal del Centro sea un escaparate para muchas empresas de otros orígenes geográficos. Quizás sea una pista para marcar por dónde puede ir el futuro de MetalMadrid. Y es una muestra de que, a estas alturas de la película, tiramos a todo lo que se mueve en la búsqueda de oportunidades.
viernes, 12 de noviembre de 2010
Un MIDEST asimétrico y frustrante
Ha pasado una semana tras el final del MIDEST -la feria de subcontratación industrial más importante de Europa- y no he escrito nada sobre cómo fue el salón, aparte de unas notas sobre algunos aspectos vinculados con la evolución de algunos países, puesta de manifiesto en París la pasada semana.
Toca, al menos, escribir unas líneas sobre la cuadragésima edición de MIDEST, una edición que podríamos llamar "asimétrica", al menos desde el punto de vista del mercado. Por una parte, una oferta realmente buena, con expositores marcando un nivel muy alto en algunas especialidades. Por otro lado, una demanda escasa, por no decir muy pobre. El resultado de esta combinación ha sido una gran cantidad de decepción, generalizada salvo algunas excepciones, que hay que tomar con cierta precaución (casi nadie reconoce, de saque, que una feria le ha ido mal).
Algunos de los hitos en cuanto a nivel de la muestra -como siempre, subjetivos- podrían ser el gran nivel de presentación de los stands, la presencia de industrias de países novedoso, como Serbia y Sudáfrica -incluso hablé con un fundidor de aluminio griego, el primer industrial de ese país con el que me encuentro en las Grandes Ligas-, la mejora de la oferta china -que empieza a ser muy grande, y que va desde el microdecoletaje que pone en apuros a los amigos de Alta Saboya hasta las piezas de fundición de hierro de grandes dimensiones-, el gran nivel, cada año mejor, del trabajo con chapa -uno de los expositores paisanos que estaba por allí hablaba maravillas de su competencia turca, por ejemplo- y una notable presencia de las grandes dimensiones: calderería pesada y construcción metálica, piezas de forja de gran dimensión (impresionante la muestra de la empresa guipuzcoana Tecni Hooks).
En el debe, la ausencia generalizada de compradores, asumida por los organizadores que hablaron de una menor concurrencia que la hubiesen deseado. Hablé con colegas de países emergentes y de regiones francesas, por ver si el problema de traer lo mejor que tenemos en casa y que se interese por ello un pequeño número de potenciales clientes era el "mal español" de la feria, o una epidemia generalizada, y los comentarios y actitudes que pude ver hablaban de pandemia.
Como me decía uno de los expositores alaveses, "da que pensar que, con la oferta tan impresionante de saber hacer que hay en este salón, no venga nadie". ¿Ha dejado de interesar la subcontratación industrial en el mercado? No lo creo. ¿Está el mercado tan parado que a los compradores no les merece la pena gastar tiempo y dinero en visitar la feria para conocer cómo está la oferta? Me inclino más por esta opción. Son tiempos de Resistencia, París nos lo ha recordado esta pasada semana.
Toca, al menos, escribir unas líneas sobre la cuadragésima edición de MIDEST, una edición que podríamos llamar "asimétrica", al menos desde el punto de vista del mercado. Por una parte, una oferta realmente buena, con expositores marcando un nivel muy alto en algunas especialidades. Por otro lado, una demanda escasa, por no decir muy pobre. El resultado de esta combinación ha sido una gran cantidad de decepción, generalizada salvo algunas excepciones, que hay que tomar con cierta precaución (casi nadie reconoce, de saque, que una feria le ha ido mal).
Algunos de los hitos en cuanto a nivel de la muestra -como siempre, subjetivos- podrían ser el gran nivel de presentación de los stands, la presencia de industrias de países novedoso, como Serbia y Sudáfrica -incluso hablé con un fundidor de aluminio griego, el primer industrial de ese país con el que me encuentro en las Grandes Ligas-, la mejora de la oferta china -que empieza a ser muy grande, y que va desde el microdecoletaje que pone en apuros a los amigos de Alta Saboya hasta las piezas de fundición de hierro de grandes dimensiones-, el gran nivel, cada año mejor, del trabajo con chapa -uno de los expositores paisanos que estaba por allí hablaba maravillas de su competencia turca, por ejemplo- y una notable presencia de las grandes dimensiones: calderería pesada y construcción metálica, piezas de forja de gran dimensión (impresionante la muestra de la empresa guipuzcoana Tecni Hooks).
En el debe, la ausencia generalizada de compradores, asumida por los organizadores que hablaron de una menor concurrencia que la hubiesen deseado. Hablé con colegas de países emergentes y de regiones francesas, por ver si el problema de traer lo mejor que tenemos en casa y que se interese por ello un pequeño número de potenciales clientes era el "mal español" de la feria, o una epidemia generalizada, y los comentarios y actitudes que pude ver hablaban de pandemia.
Como me decía uno de los expositores alaveses, "da que pensar que, con la oferta tan impresionante de saber hacer que hay en este salón, no venga nadie". ¿Ha dejado de interesar la subcontratación industrial en el mercado? No lo creo. ¿Está el mercado tan parado que a los compradores no les merece la pena gastar tiempo y dinero en visitar la feria para conocer cómo está la oferta? Me inclino más por esta opción. Son tiempos de Resistencia, París nos lo ha recordado esta pasada semana.
martes, 9 de noviembre de 2010
Túnez evoluciona hacia el I+D
Una de las realidades que han quedado patentes en MIDEST este año es la evolución de los países llamados "low cost" hacia posiciones más avanzadas en lo que podríamos llamar la "cadena de valor internacional". En algunos casos, con el de las empresas serbias presentes con pabellón nacional, la mera participación en la feria constituye un paso adelante en su evolución de su industria auxiliar. Había más empresas serbias que griegas, por ejemplo.
El caso de Túnez es el que más me ha llamado la atención. Conocí Túnez a mediados de los Ochentas, cuando estuve unas semanas de becario en la fábrica de cemento de Gabès. Mano de obra extensiva, algunos técnicos, más que nada para cumplir el expediente, directivos que figuraban más que resolvían, y llamadas a Francia ante el menor problema de funcionamiento, para que técnicos galos volasen a Gabès a cosas equivalentes al "apagar y volver a enchufar" de los informáticos. Tan solo la apuesta por parte del gobierno tunecino por la educación superior de los mejores jóvenes del país parecía marcar la diferencia a su favor en relación con lo que había podido ver en el País Vasco en ese tiempo.
Hace un lustro tuve ocasión de pasar unos días con directivos y técnicos de la API, la Agencia de Promoción Industrial tunecina. Las cosas habían cambiado. El país norteafricano llevaba tiempo siendo una prolongación productiva de Francia en versión de bajo coste, con una presencia notable de firmas francesas en el sector electrónico. Las autoridades tunecinas habían creado un marco legislativo y fiscal muy favorable a este tipo de implantaciones, incluyendo una información vía web sobre las variables que se manejan a la hora de establecer una implantación industrial -costes, marco legal, cualificación de mano de obra, entorno industrial, suministros- realmente completa y atractiva, y se veía voluntad de ayudar de verdad a la implatanción de industria allí.
Este año, Túnez se ha presentado en Midest con un ramillete de empresas que hablan ya de I+D. La API ya no se llama API, sino que ha añadido la "I" de Innovación a su nombre, y en la presentación de la industria tunecina que se hizo en la feria, no hizo falta que hablase ningún tunecino, ya que fueron empresarios franceses los que contaron su experiencia en el país. En todos los casos se habló de la capacitación profesional y de las posibilidades de desarrollar investigación y desarrollo en Túnez, en un entorno de universidad y centros tecnológicos de alto nivel creados con la participación de empresas punteras, no solo francesas sino también de otros países como Japón.
Cuando hay directivos de empresas potentes de nuestra zona que hablan -nunca se sabe si con la boca grande o con la pequeña- de que no se les permite realizar actividades de I+D aquí por cuestiones administrativas, el ver cómo países a los que no hace mucho podíamos mirar a lo lejos en aspectos industriales vienen ya presumiendo de sus capacidades para la investigación y el desarrollo en sectores como la electrónica es algo que preocupa. A veces parece que vamos de sobrados por mitad de la autopista, y nos van a acabar adelantando por la derecha si no espabilamos.
El caso de Túnez es el que más me ha llamado la atención. Conocí Túnez a mediados de los Ochentas, cuando estuve unas semanas de becario en la fábrica de cemento de Gabès. Mano de obra extensiva, algunos técnicos, más que nada para cumplir el expediente, directivos que figuraban más que resolvían, y llamadas a Francia ante el menor problema de funcionamiento, para que técnicos galos volasen a Gabès a cosas equivalentes al "apagar y volver a enchufar" de los informáticos. Tan solo la apuesta por parte del gobierno tunecino por la educación superior de los mejores jóvenes del país parecía marcar la diferencia a su favor en relación con lo que había podido ver en el País Vasco en ese tiempo.
Hace un lustro tuve ocasión de pasar unos días con directivos y técnicos de la API, la Agencia de Promoción Industrial tunecina. Las cosas habían cambiado. El país norteafricano llevaba tiempo siendo una prolongación productiva de Francia en versión de bajo coste, con una presencia notable de firmas francesas en el sector electrónico. Las autoridades tunecinas habían creado un marco legislativo y fiscal muy favorable a este tipo de implantaciones, incluyendo una información vía web sobre las variables que se manejan a la hora de establecer una implantación industrial -costes, marco legal, cualificación de mano de obra, entorno industrial, suministros- realmente completa y atractiva, y se veía voluntad de ayudar de verdad a la implatanción de industria allí.
Este año, Túnez se ha presentado en Midest con un ramillete de empresas que hablan ya de I+D. La API ya no se llama API, sino que ha añadido la "I" de Innovación a su nombre, y en la presentación de la industria tunecina que se hizo en la feria, no hizo falta que hablase ningún tunecino, ya que fueron empresarios franceses los que contaron su experiencia en el país. En todos los casos se habló de la capacitación profesional y de las posibilidades de desarrollar investigación y desarrollo en Túnez, en un entorno de universidad y centros tecnológicos de alto nivel creados con la participación de empresas punteras, no solo francesas sino también de otros países como Japón.
Cuando hay directivos de empresas potentes de nuestra zona que hablan -nunca se sabe si con la boca grande o con la pequeña- de que no se les permite realizar actividades de I+D aquí por cuestiones administrativas, el ver cómo países a los que no hace mucho podíamos mirar a lo lejos en aspectos industriales vienen ya presumiendo de sus capacidades para la investigación y el desarrollo en sectores como la electrónica es algo que preocupa. A veces parece que vamos de sobrados por mitad de la autopista, y nos van a acabar adelantando por la derecha si no espabilamos.
sábado, 6 de noviembre de 2010
La multilocalización toma forma
No ha sido un buen MIDEST. En otros comentarios ahondaré en valoraciones sobre lo vivido esta pasada semana en París. Para romper el fuego hablaré aquí sobre la manera en la que la multilocalización va tomando forma en el mercado de la subcontratación industrial.
Un ejemplo: la firma catalana Farguell ha estado presente en MIDEST integrada en la participación eslovaca. La empresa de estampación tiene, desde hace años, una filial en Nitra -cerca de Bratislava- y realiza su labor comercial en el mayor escaparate del mundo bajo bandera centroeuropea. No es la primera vez.
Otro más, esta vez múltiple: la participación tunecina ha acogido varias empresas con capital y dirigentes franceses. Alguna de estas empresas han sido creadas por franceses directamente en Túnez.
Como tercer ejemplo podría citar alguna de las cada vez más numerosas empresas francesas, españolas, italianas... que siguen figurando como tales en el catálogo de la feria, y que se integran en sus respectivos colectivos nacionales o regionales dentro de MIDEST, pero que no se recatan en absoluto -incluso lo muestran visiblemente como argumento comercial- en indicar que tienen localizaciones en países considerados "low cost".
No es de extrañar que la posibilidad, teórica o real, de crear una filial en un país de estas características haya sido uno de los temas de conversación en los largos minutos muertos de un salón con menos visitantes de lo deseado. Este -el de los visitantes- será tema del siguiente comentario.
Un ejemplo: la firma catalana Farguell ha estado presente en MIDEST integrada en la participación eslovaca. La empresa de estampación tiene, desde hace años, una filial en Nitra -cerca de Bratislava- y realiza su labor comercial en el mayor escaparate del mundo bajo bandera centroeuropea. No es la primera vez.
Otro más, esta vez múltiple: la participación tunecina ha acogido varias empresas con capital y dirigentes franceses. Alguna de estas empresas han sido creadas por franceses directamente en Túnez.
Como tercer ejemplo podría citar alguna de las cada vez más numerosas empresas francesas, españolas, italianas... que siguen figurando como tales en el catálogo de la feria, y que se integran en sus respectivos colectivos nacionales o regionales dentro de MIDEST, pero que no se recatan en absoluto -incluso lo muestran visiblemente como argumento comercial- en indicar que tienen localizaciones en países considerados "low cost".
No es de extrañar que la posibilidad, teórica o real, de crear una filial en un país de estas características haya sido uno de los temas de conversación en los largos minutos muertos de un salón con menos visitantes de lo deseado. Este -el de los visitantes- será tema del siguiente comentario.
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